Lucha campesina por el derecho a la tierra en las fincas Chánguena y Térraba

(Documento elaborado por Marvin Amador. El trabajo es uno de los productos resultantes del proyecto B7-301 “Dinámicas, estrategias y resultados de la comunicación para el desarrollo y el cambio social: estudios de caso de actores sociales organizados en Costa Rica, de 1995 al 2015”, inscrito en el Centro de Investigación en Comunicación —CICOM— de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la UCR, que cerró en octubre del 2020


A finales del 2001, en la denominada “Región Sur-Sur” (que abarca desde el cantón de Buenos Aires hasta la Frontera con Panamá), un grupo de familias campesinas, a cuyos jefes de hogar les fueron violentados sus derechos al salario, primero, y a sus presta­ciones sociales, después, una vez que fueran ilegalmente despedidos, emprendieron una lucha de años por su derecho legítimo a tener tierra para producir y vivir. Después de varios intentos de desalojo, promovidos por un rico empresario que arrastra deudas diversas a instituciones públicas, activan varias estrategias organizativas, de movilización y comunicación para procurar que el proceso se encauce hacia el reconocimiento de su derecho a trabajar la tierra que han ocupado y trabajado por más de una década. Luego de varias movilizaciones realizadas entre el 2015 y el 2018, las cuales tuvieron como lugar de encuentro el puente sobre el río Térraba, en el punto divisorio entre Palmar Sur y Palmar Norte, las cuales implicaron acciones represivas violentas de parte de la policía y algunas autoridades administrativas, así como encarcelamiento y juzgamiento a varios líderes activistas, logran “empujar” las condiciones político-administrativas para que se formalice el trámite de titulación.

I. Contexto: una herencia bananera de la UFCO que persiste
La denominada región o zona Sur-Sur abarca los cantones del extremo sur-Pacífico del país, e incluye a los cantones de Buenos Aires, Coto Brus, Osa, Golfito y Corredores. En términos muy generales, la historia de la región está marcada por tres factores principales:

  • a nivel socio-económico e histórico: a partir de 1936-39, la presencia de la United Fruit Company (UFCO) y el subsecuente desarrollo de dinámicas de producción bananera expresadas en la forma de enclave; la presencia de la UFCO marcó el territorio no solo en función de dinámicas sociales de exclusión y pobreza, sino también en la propia organización del territorio;
  • a nivel geográfico: la lejanía relativa de los centros de población más importantes del país,
  • a nivel demográfico: la fuerte presencia de conglomerados de diversos pueblos indígenas, así como de grupos de familias con vínculos laborales tanto a actividades de cultivos como a la producción campesina.

La dinámica del enclave estableció una forma de “Estado Paralelo” que, más allá de un control político casi absoluto y de la dinámica económica-productiva del enclave, definió una estructura social asentada en el racismo y el desprecio de la vida de parte de las élites (políticas como económicas) tanto de los habitantes locales como de los contingentes de trabajadores, la mayoría de los cuales provenían del Valle Central de Costa Rica o de otros países de Centro América y el Caribe. Uno de los elementos de este racismo se evidencia en la prohibición del trabajo en las fincas a personas negras (Kioscos Socioambientales, 2020, p. 4).
Como parte de la dinámica de enclave y control social-laboral-político, la empresa UFCO organizó el espacio físico –las áreas en producción— en fincas:
(el territorio) “empieza a verse como un gran tablero cuadriculado, dividido en fincas, con cables y cuadrantes, que hacen desaparecer antiguos poblados indígenas y campesinos. Esa organización territorial le permitía a la compañía tener control de la producción, de la actividad y movimiento de las personas, incluso cuando no estaban en horas de trabajo…” (Kioscos Socioambientales, 2020, p. 4).
Por otra parte, las dinámicas laborales impuestas por la compañía, caracterizadas por el irrespeto a la dignidad y los derechos de las personas trabajadoras, propiciaron el desarrollo paulatino de una fuerte organización sindical. A lo largo de todo el período de presencia de la UFCO en la zona, la actividad sindical se caracterizó por un sólido trabajo de estudio y reflexión política, basado en el pensamiento marxista, en el que se involucraba a todos sus miembros. Estas dinámicas de formación política propiciaron el desarrollo de una fuerte militancia, liderazgo y activismo sindical-social, incluso en personas que nunca habían pasado por una escuela.
En lo que a la producción bananera se refiere, la UFCO abandonó la zona a mediados de los años 80, utilizando como excusa una huelga bananera. Versiones alternativas de habitantes de la zona y de extrabajadores bananeros aseguran que el abandono se dio ante el agotamiento de las tierras, y que la huelga fue un mero “chivo expiatorio” para excusar el abandono de la zona y, a la vez, deslegitimar la lucha sindical.
La salida de la bananera generó una problemática, todavía no resuelta, asociada tanto a las asimetrías sociales como a una amplia zona de producción en condiciones de agotamiento y a la carencia de condiciones y de tierra para la gente que quedó desempleada.
Sin embargo, se dice que la compañía no abandonó la zona del todo, ya que re-convirtió muchas de las fincas bananeras para adaptarlas a la producción de palma aceitera. Mucha de la producción se organizó en la modalidad de cooperativas, a las cuales se les vio como una “salida” ante la difícil situación socio-económica. Pero “el” proyecto de cooperativas no funcionó debido al alto endeudamiento y a la ausencia de acompañamiento organizativo y de gestión.
Ante el fracaso de la experiencia de las cooperativas, muchas personas salieron de las fincas y se fueron a construir vida en otros lados. Pero otras muchas familias optaron por quedarse en las fincas y empezar a desarrollar pequeños proyectos de producción a pequeña escala, en la forma de unidades campesinas.
Las fincas Térraba y Chénguena son expresiones de esta dinámica campesina de ocupación de tierras ociosas después del cierre de proyectos productivos, coopertivos o empresariales, que fracasaron por “malas” gestiones. Cabe señalar que finca Térraba es una de varias finca de lo que se conoció como el distrito bananero de Palmar, donde, aparte de COOPALCA DEL SUR, LAS COOPERATIVAS COOPALSUR, COOPROPALCA, COOPEADELANTE, COOPESIERRACANTILLO Y COOPROSUR (esta última en el cantón de Golfito) arrendaron sus tierras y prestaron sus escrituras para que EMPRESARIOS PRIVADOS y la corporación bananera nacional CORBANA, mediante la creación de la fiduciaria bananera del sur FIBASUR, materiali­zaran el proyecto de reactivación bananera que inició en 1991 bajo la administración del expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier (Cootraosa, 2014). Como es de suponer, la mayoría de estas cooperativas o los arrendatarios de sus tierras se dedicaron a la producción de banano, como se expondrá más adelante.
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Fotografías de la movilización en el puente sobre el río Térraba realizada entre 30 de julio al 14 de agosto del 2015. Fuente: página de faceboock de Cootraosa.